Se quita un canto
y una ventana se abre
a los suspiros de la noche.
En el cielo la luna,
la única compañera,
hace de testigo.
Conozco en cuanto tu rostro
viniendo acerco a tus pasos,
a tus miradas que intrigan
con los míos y
estoy aquí a decirte que te quiero.
Tu imagen
es como un sacramento
que en el claror de la luna
arrastra mi pasos a la locura.
¿Qué sabes a mí?
Sólo la imagen
como yo la tuya.
Mientras tanto en la noche
sube el canto que suplica
tu imagen a descender
como la gloria del señor
para tenerte cerca.
Como una vez
con la añoranza
de no poderte
tener hasta el día del san.
Gioacchino Ruocco
Hostia Lido 21/05/2014
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